Si a pesar de correr a apagar el fuego no logres evitarlo, tiene que echarle la culpa a la nata. Es esa película blanca que se forma encima de la leche y no deja que se evapore, como sucedería con el agua. Mientras este líquido se calienta, y debido en parte a la concentración de gas carbónico (también contiene nitrógeno y oxígeno), se forman muchas burbujas que la empujan hasta romperla de forma violenta, dejando escapar el líquido aprisionado.
El fenómeno tiene una explicación química la producción de grasas y proteínas que contiene este alimento. Las primeras están rodeadas de una membrana o capa de fosfolípidos, en forma de gotitas, dispersas en el agua de la leche. Las segundas, micelas de caseína y lipoproteínas, son sustancias tensoactivas o compuestos que permiten la dispersión de grasa y la formación de burbujas en el agua.
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