En 1716, un inglés de apellido Miller inventó un ingenio para escribir cartas. En 1808, en Italia, Pellegrini Tarri inventó uná máquina de veintisiete teclas. Después, en 1829, Austin Burns presentó en Estados Unidos una máquina de escribir más avanzada, y, casi al mismo tiempo, en el puerto francés de Marsella, un tal Xavier Projean, patentó un artefacto que él llamó “máquina criptográfica”. En 1867, el estadounidense Christopher Scholes inventó la primera máquina de escribir propiamente dicha. Hacia 1874, dos empresarios obtuvieron la patente de Scholes en doce mil dólares y firmaron un contrato con la famosa fábrica de pistolas Remington para producirla en serie. Esta primera máquina carecía de minúsculas, pero en aquel tiempo era casi perfecta, si bien es cierto que no tuvo mucha aceptación hasta bien entrado el siglo XX.
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