Se trata de un problema descrito por primera vez en 1968 en un artículo de Garret Hardin publicado en la revista Science. Se refiere a una situación en la que dos o más individuos motivados por el interés personal, de manera independiente y racional, terminan por destruir un recurso limitado y común, aunque a ninguno les convenga hacerlo.
La idea se ha utilizado para el análisis de distintos fenómenos, como el acceso al agua potable. Según algunos teóricos el único remedio para impedir que ocurra la "tragedia de los comunes" es la intervención de un agente externo que sirva como entidad reguladora.
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