En 1816, en París, el francés René Laënnec, paseando por un parque, vio a dos niños que jugaban con un tubo de madera. Pegaban el oido a un extremo, y oían los golpecitos que se daban con una clavija en el otro extremo. Laënnec dedujo que un tubo similar podia recoger los latidos interiores del corazón.
Laënnec había sido maestro, y llegó a convertirse en un experto patólogo. En su consultorio clínico del hospital Necker, probó su idea con un tubo rudimentario de madera, colocándolo sobre el pecho de un paciente. Quedó maravillado al comprobar que aquel dispositivo no sólo le permitia identificar los ruidos característicos del corazón, sino que con él podía detectar zonas de congestión en el cuerpo.
El estetoscopio, llamado así por haberse usado originalmente para auscultar el pecho, (en griego "sthetos") se popularizó entre los galenos, para quienes resultó un elemento valioso en la detección de deficiencias cardíacas y congestiones o focos pulmonares.
Lamentablemente el propio Laënnec falleció en 1826, víctima de una pulmonía que un colega suyo le diagnosticó con ayuda del estetoscopio que él había inventado.
El estetoscopio, como tantos otros inventos ha evolucionado. A la pequeña trompeta de madera, la sucedió el estetoscopio biauricular, el que por conductos de goma lleva a cada oído del médico los sonidos que recoge la pieza en forma de campanilla, que se aplica al cuerpo de la persona que se ausculta.
Laënnec había sido maestro, y llegó a convertirse en un experto patólogo. En su consultorio clínico del hospital Necker, probó su idea con un tubo rudimentario de madera, colocándolo sobre el pecho de un paciente. Quedó maravillado al comprobar que aquel dispositivo no sólo le permitia identificar los ruidos característicos del corazón, sino que con él podía detectar zonas de congestión en el cuerpo.
El estetoscopio, llamado así por haberse usado originalmente para auscultar el pecho, (en griego "sthetos") se popularizó entre los galenos, para quienes resultó un elemento valioso en la detección de deficiencias cardíacas y congestiones o focos pulmonares.
Lamentablemente el propio Laënnec falleció en 1826, víctima de una pulmonía que un colega suyo le diagnosticó con ayuda del estetoscopio que él había inventado.
El estetoscopio, como tantos otros inventos ha evolucionado. A la pequeña trompeta de madera, la sucedió el estetoscopio biauricular, el que por conductos de goma lleva a cada oído del médico los sonidos que recoge la pieza en forma de campanilla, que se aplica al cuerpo de la persona que se ausculta.
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